“Debería haber una ley.”

Tiramos esa frase casualmente en nuestro discurso cívico. Pero algunas veces aprueban una nueva ley que ni siquiera hace mella en el problema, como descubrió nuestra reportera Melissa Sánchez cuando investigó el arduo y desalentador proceso para interponer un reclamo de robo de salarios en Illinois.

Largos periodos de espera y un alto número de casos desechados no son nada nuevo en el Departamento Laboral de Illinois, donde cada año miles de trabajadores someten quejas contra empleadores que presuntamente les deben salarios. Una investigación del Chicago Reporter en el 2012, “Esperando en vano”, reveló que en promedio la resolución de una queja por robo de salarios tardaba siete meses en resolverse, con 41 por ciento de los casos anulados.

ARTÍCULO:

Cuando les roban el salario, pocos trabajadores de Illinois recuperan sus sueldos

Después de cinco años, el Chicago Reporter dio seguimiento a esta historia para ver cómo iban las cosas. Tuvimos que someter media docena de requisitos bajo el Acta de Libertad de Información y varios meses de retrasos, negativas y apelaciones, antes de que la agencia nos entregara todos los archivos de quejas y otros sobre su operación.

Descubrimos que: Los tiempos de espera para casos de robo de salarios se había incrementado a nueve meses y las quejas desechadas subieron al 58 por ciento. Las reformas prometidas no cumplieron su objetivo.

Para realizar nuestro análisis cargamos los archivos a una base de datos Django, que es muy útil para clasificar, filtrar y buscar archivos relacionados. Cuando calculamos la duración de los casos y la anulación de quejas, limitamos el análisis a las denuncias interpuestas en el 2014, debido al volumen de casos pendientes en los años subsecuentes, que no tenían las fechas de resolución y resultado final. (Otros cálculos, como el conteo de volumen de casos por año, o el monto total de los salarios reclamados, incluyen toda la información disponible de las quejas).

Poniendo las cosas en el contexto demográfico, nos enfocamos en los trabajadores que habían llenado quejas por robo salarial. Agregando las quejas por código postal y combinando eso con los datos del Censo sobre números de la fuerza laboral, pudimos identificar las áreas de Chicago con los mayores niveles de quejas por robo de salarios. El Censo confirmó que los códigos postales eran mayoritariamente afroamericanos y latinos, con alta pobreza. También descubrimos un gran número de quejas contra pequeñas empresas en las industrias del cuidado de la salud, transportación, construcción, jardinería, manufactura y de servicios.

Para mostrar nuestro trabajo estamos publicando la fuente de los datos y análisis utilizados para reportar esta historia:

Matt is the data editor for The Chicago Reporter. Email him at mkiefer@chicagoreporter.com and follow him on Twitter @matt_kiefer.

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